Desde edades tempranas los niños disfrutan de actividades y juegos a nivel del suelo por ser este su primer espacio de exploración.
Cada vez más especialistas destacan la importancia de dejar que los niños pasen mayor tiempo en el suelo, ya sea explorando o simplemente jugando. Por ejemplo, la pediatra Emmi Pikler, quien desarrolló un modelo pedagógico el cual se basa en la autonomía y en la confianza de las capacidades de los niños, teniendo en cuenta la madurez de cada niño, es decir el ritmo individual de aprendizaje.
Pikler justifica su modelo pedagógico en base a la idea de que los niños desde muy temprana edad deben moverse con libertad y permitir que adquieran naturalmente las diversas posturas de acuerdo con sus necesidades y esto solo se puede dar a partir del juego en el suelo, el cual favorece a un desenvolvimiento armónico de las diferentes áreas de desarrollo:
· A nivel motor, los niños aprenden conocer mejor su cuerpo y sus posibilidades de acción.
· En el ámbito socioemocional, al poder decidir lo que quieren hacer, los niños crean seguridad en sí mismos y por tanto, autoconfianza. Esto también los lleva a adquirir la madurez emocional necesaria para lograr relaciones interpersonales saludables.
· El control corporal influye positivamente en el lenguaje de los niños, el cual, junto a su capacidad social, se verá favorecido logrando que adquieran valiosos recursos comunicativos.
· Finalmente, el aspecto cognitivo también se verá incrementado porque, como es sabido, durante la exploración los niños hacen uso de los diferentes sentidos para manipular los elementos del entorno y es a partir de ellos que los niños aprenden.
Beneficios de jugar en el suelo
· Al jugar en el suelo se facilita la integración de la información sensorial que el niño recibe del ambiente, además de activarse los sistemas vestibulares y propioceptivos.
· El niño logra un mejor manejo del espacio al desplazarse en el suelo para explorar el ambiente, esto conlleva al control del equilibrio en cada una de las posturas que adquiera al desplazarse o entrar en contacto con los elementos del entorno.
· Algo que se aprende al jugar en el suelo, el cual regularmente es plano o recto, es la noción de profundidad. El niño aprende a identificar cuando la superficie del suelo cambia, ya sea porque se eleva o se hunde, necesario para identificar situaciones de peligro.
· Finalmente, resaltar que, al jugar en el suelo el niño desarrolla habilidades y descubre los límites, tantos personales como los que el espacio le permite.
El juego en el suelo en cada etapa del niño
Definitivamente, por lo antes mencionado, es muy importante permitir que los niños pasen tiempo jugando en el suelo, pero es necesario tener en cuenta ciertas consideraciones según su edad:
0-5 meses
Durante los primeros meses el bebé se mantendrá en el suelo echado (boca arriba), en esta postura su cuerpo está más relajado al tener la espalda recta y la cabeza apoyada, además en esta posición tiene la posibilidad de usar ambas manos y de comunicarse.
Mientras se encuentre en esta posición se sugiere colocar al bebé en superficies blandas como las colchonetas que le den el soporte y confort.
Pero también es importante que experimente estar tumbado (boca abajo) porque en esta posición buscará incorporar la cabeza para poder visualizar su entorno y tratar de comunicarse. Esta postura favorece el fortalecimiento de los músculos del tronco, los brazos y el cuello que entran en funcionamiento para mantener la cabeza levantada.
Considerando que en esta posición el bebé mantendrá sus manitos en contacto con el suelo se sugiere colocarlos sobre superficies suaves que además de darle seguridad y comodidad, serán un gran estímulo sensorial táctil. Hoy en día encontramos una gran variedad de alfombras que incluso son acolchadas.
6-12 meses
En esta etapa debemos tener en cuenta que el bebé pasará el mayor tiempo jugando en posición de sedestación (sentado) pero también debemos considerar que aprenderá a arrastrarse y a gatear, iniciándose así en el desplazamiento.
Es por ello que se sugiere que durante su juego en el suelo lo coloquemos sobre un tapete o alfombra menos acolchada pero firme que le dé estabilidad y evite el desequilibrio en cualquiera de las posiciones que adquiera.
Ahora también debemos tener en cuenta los diseños que presenta el tapete a elegir, estos deben despertar su curiosidad y necesidad de desplazarse a través de éste.
1-2 años
Aunque en esta etapa el niño comienza a dar sus primeros pasos, aún se sentirá más seguro jugando en el suelo hasta que logre dominar la marcha. Sin embargo, debemos tener en cuenta que ahora tendrá la posibilidad de acceder a los elementos del entorno, elegir con lo que desea jugar y llevarlo a su espacio de juego.
Por tanto, significa que debemos considerar una alfombra con mayores dimensiones donde pueda colocar todo lo que desee y a la vez cubra el mayor espacio por donde se desplace, ya sea gateando o caminando. Se recomienda que lo haga con los pies descalzos para que pueda percibir la textura de la superficie y lograr una estimulación sensorial.
3 años en adelante
En esta etapa el niño es totalmente independiente y podrá realizar diferentes juegos en contacto con el suelo estando en diferentes posiciones y posturas. Puede tumbarse para leer o mirar un libro, sentarse a jugar con su juguete favorito o realizar juegos estando parado. Hoy en día las alfombras y los tapetes tienen diseños con propuestas de actividades variadas.
No se sorprendan si ellos los invitan a participar de su juego, por el contrario aprovechen de ese momento para estrechar lazos emocionales con sus niños y hacer que su experiencia de juego sea mucho más significativa.
Como adultos nuestra responsabilidad es básicamente brindar condiciones favorables del espacio y supervisar a los niños mientras juegan para atender alguna necesidad que se presente durante el juego como dificultad para alcanzar algo, luego de haberlo intentado por sí mismos, o para intervenir en caso sea necesario, por ejemplo, si observamos que puedan estar en una situación de peligro. Inicialmente, esta supervisión será permanente y poco a poco, se irá reduciendo conforme los niños se vayan haciendo más independientes.
Juvitza Panez Salazar
Lic. Educación Inicial
Esp. Problemas de Lenguaje y Aprendizaje